Somos muy malos

Queridos zaragocistas:

No es esta carta motivo de mi orgullo. Pero es hora de asumir la realidad. Aunque desde la prensa centralista y capitalista se nos instó a congratularnos por la victoria moral (vaya chorrada) ante el Real Madrid, lo cierto es que nuestro equipo no quiere lo mismo. El partido de hoy ante el Mallorca, un Mallorca plano, muy plano, con una sola idea en el partido, confirma los presagios. Somos malos. Somos muy malos.

Comenzar con el ejercicio de la autocrítica debería ser un paso importante. Un paso que no da la sensación de dar el entrenador, un paso que no va a dar el máximo mandatario (por la cláusula del entrenador) y un paso que da igual que den los jugadores. Los responsables, y lo digo sin establecer un orden jerárquico polémico e injusto quizás, deben dar ese paso.

Tenemos un equipo que vive en la agonía. Y lo va a seguir haciendo hasta que alguien no cambie lo que se tiene que cambiar. Ganaremos, quizás en Copa, o quizás ante el Murcia, pero un buen resultado no debe tapar una cosa fundamental. El Real Zaragoza a día 13 de enero del año 2008 tiene la mejor plantilla que ha tenido en toda su historia, y no es ninguna barbaridad lo dicho. Pero el Real Zaragoza, al mismo día, es el equipo que peor está aprovechando los recursos a su disposición.

La táctica del Real Zaragoza es un insulto a la normalidad. Si los cánones exigen un equipo unido, el Real Zaragoza discrepa y juega en 80 metros. Si las reglas del buen estratega instan al pase máximo de 10 metros, en el Zaragoza no aparece nadie a un radio menor de 10 del que la lleva. Y lo puedo demostrar. Cuando el Zaragoza lo ha hecho, mismamente en el partido de hoy, en los últimos 20 de la primera, dos goles al zurrón. Los cánones también instalan en su decálogo que para un equipo que quiere tener el balón, se necesita dos cosas: el agrupamiento y la anticipación. Lo uno viene faltando toda la temporada y lo segundo parte de la anterior. No nos engañemos. Somos una banda.

No sé, porque no voy, como se trabaja entre semana en la Ciudad Deportiva. Pero hay muchos factores que llevan al "no se trabaja" por respuesta o al "el entrenador no sabe". La estrategia es nula en lo ofensivo. En lo defensivo, que el delantero centro del conjunto rival esté solo, es bastante significativo. El desorden en que viven los futbolistas, que no saben donde van ni de donde vienen, es patente cuando las cosas van mal. Cuando van bien, rara vez, lo tapa la individualidad. Lo que demuestra que técnicamente este equipo es mucho, mucho, infinitamente mejor de lo que quiere y demuestra.

Somos un equipo que ve pasar a Álvaro Rubio teniendo a Celades o Luccin, que tiene a un jugador tácticamente mejor, técnicamente tremendamente superior y con un orgullo diametralmente opuesto que la mayoría de la plantilla cedido en Tenerife. Somos un equipo que desaprovecha a dos jugadores por la dinámica que llevan el resto y por la posición en las que se les sitúa. Hablo de Óscar, que vive su mejor época en el banquillo o en la banda y hablo de García, que por mucho que eche la mano de la política correcta no es un jugador de banda.

Como he dicho anterioemente, establecer una jerarquía de responsables sería injusto no teniendo en mi mano todos los criterios de mi crítica. Pero es que esto no puede seguir así. Algo tiene que cambiar, y sería conveniente que lo hicera cuanto antes, porque, aunque este año parece completamente perdido, adelantar el futuro sería un primer paso. Por un proyecto que nació en la esperanza y se ahoga, pero muy muy muy al fondo de un océano de indiferencia.

Repito, queridos zaragocistas, que la situación en la que nos encontramos es tremendamente desagradable. Seguimos un camino inexistente, y no aprovechamos lo que podíamos tener. Ahora, el podíamos es una utopía, y lo digo desde el realismo y no desde el pesimismo. Es hora de mirar donde estamos. Buscar responsables, y desde la fuerza como afición, pedir explicaciones. No podemos seguir así. No podemos.



Nota: Este post se publica originalmente en Corazón Zaragocista y lo cuelgo aquí debido a mi falta de tiempo.