Soñando en el preludio de la emoción
Ritmo cardiaco: normal
Riego sanguineo: normal (bueno, y el cerebro como siempre)
Temperatura corporal: normal
Dentro de 29 horas, nada será normal. Las calles se vaciarán, al menos aquellos lugares que no tengan un televisor en un radio de 10 metros. Los bares se llenarán, algo que en España tampoco es muy atípico. El país será una República (todos los miembros de la Familia Real viajan a Viena), nadie comerá salchichas y todos iremos de rojo. Esa es la esencia del domingo 29 de junio de 2008, el día en que España volverá a jugar la final de una Eurocopa ante Alemania. 24 años después, y ojo, que algunos ni estábamos pensados todavía, el país podrá volver a sacar su bandera con orgullo, aunque perdamos. Porque la esencia del fútbol de España ya ha obtenido premio y al fin y al cabo, es lo que se esperaba.
Hasta que Rosetti no de el silbato inicial, soñaremos con que Ballack sufra una gastroenteritis por ingestión de papillas, que a Angela Merkel no se le ocurra hablar con Scweinsteiger, que la costilla de Frings no sea como la de Adán, que los abuelos de Mario Gómez no pongan la tele, pero sobre todo, soñaremos con ese portero nacionalizado (español) llamado Jehns Lehmann. Chaval (y no tanto), si sigues como hasta ahora, te pagamos unas vacaciones en Mallorca. Almunia no contribuye por residir en el extrangero.
Soñaremos con que Xavi la coja y la abra para Iniesta, que traza una diagonal y se la pone en el pie a Silva. El de Arguineguín dribla a Friedrich y le tira un caño a Mertesacker. Entonces ve como llega Senna desde atrás se la pone y desde la frontal Marquitos chuta flojo a puerta, pero Lehman ya estaba en Mallorca. ¿Y Torres? Torres se toca el pelo repetidas ocasiones y cuando el equipo ya está defendiendo el saque de centro, lo celebra. Soñemos. Vivamos. Riamos. Bebamos. Paguemos.