Ánimo de continuar, desánimo de la oportunidad perdida

El Real Zaragoza llamó a la puerta del Bernabeu y lo recibieron como más gusta. La taza de café por un lado, los cuadros amenzantes por otro, pero sobre todo, la dulce estancia en un jardín (marchitado eso sí), donde poder hacer lo que se gustara. Ahí el Zaragoza adivinó correctamente. Victor premió al juego, vaciló a Schuster y se contagió de la locura impuesta ante el Pontevedra.

El furor llegó a los muchachos. Entendieron que era el día, y dispusieron en el campo sus mejores facultades. El chico para todo barrió la casa, desesperó a Ramos cuando todavía estaba Heinze y se animó con la portería. Oli fue más Oli que nunca. Diego, fugaz en el trabajo, aprendió la lección que le dio el holandés anfitrión. No volverá a fallar. Lo promete. Sergio se disfrazó de brasileño bailón durante un buen puñado de minutos, y sus internadas provocaron el sonido de viento en el Bernabeu.

Eso sí, la amarga salida fue contradictoria. Como tiendo a quedarme con lo positivo, incluso cuando es imposible, hay que decir que el Real Zaragoza ayer adquirió valores perdidos e irrecuperables a priori. La voluntad, la entrega, el sacrificio, el compromiso, el juego colectivo, la presión, la frescura de ideas, la unidad. Faltó la pegada. La maldita pegada. Sobró Casillas. El maldito Casillas.

Pero ayer se vio lo que puede dar de sí este equipo. Ahora toca demostrar que no fue flor de un día, que las ideas ayer impuestas no se diluiran en cuanto el rival sea menor. Compromiso, muchachos, compromiso. Para callar a aquellos que dicen que el Zaragoza es tierno. Para callar a aquellos que dicen que las exigencias impuestas eran una utopía. Para callar a aquellos que sólo ven en el fútbol dos putos equipos. Para callar a aquellos que desprecian de manera constante y ofensiva. Para callar a aquellos que joden el fútbol. Para callar a aquellos cabrones que andan sueltos por la vida cuando tenían que estar encerrados en jaulas. Porque son unos monos. Unos putos monos de feria.

Dicho con el total respeto.