Como un reloj

Algo le faltaba ayer a la albiceleste juvenil para enseñarnos el juego que había hecho en los encuentros anteriores. Necesitaba un revulsivo, y aquél fue el gol de los checos. Ahí Argentina reaccionó, remontó, y se llevó su quinto campeonato de los últimos siete.

Y reaccionó de la mano de su timón, del modelo de pasarela no más despampanente, pero si más efectivo. Ever Banega cogió el mando de la selección, caracoleando, driblando, corriendo, y, sobre todo, pasando. Dos minutos después del gran gol checo ante el que el mejor guardameta del torneo nada pudo hacer, Banega vio que Mazuch daba un paso en falso, dejó solo a Aguero con un pase brutal, y el atlético no falló.

A partir de ahí el partido fue un monólogo argentino, que sin Cahais, Yacob y Di María sufrió algo más de lo esperado. Cada balón que tocaba el 5 argentino era peligro. Pases al hueco aprovechando la movilidad de Maxi Moralez, Aguero y Piatti, y al pie para que Mauro Zárate hiciera de las suyas (aunque ayer dejó una imagen muy pobre). Fue precisamente el ex de Vélez quien llevó la locura al banquillo de Tocalli con una juga aindividual que, repito, no arregla un torneo marcado por lesiones y baja forma.

Centrándonos en el juego del de Boca, Banega tiene casi todo. Juventud, ganas de triunfar, pase en largo y en corto, se ofrece y defiende, llega...quizás le falte convertirse en líder de igual modo en la derrota que en la victoria. Ya lo aprenderá. De ello depende convertirse en Redondo (¿?) o en Cambiasso. Lo cierto es que las maneras las apunta. Y a nosotros nos gusta.