Justo campeón

Más allá de lecturas tácticas, de melancólicos arrepentidos de ser partícipes de esta Liga o de criticas personales a los integrantes del Real Madrid, lo cierto es que cuando un equipo es campeón tras 38 jornadas, lo es de manera justa.

Hablaremos del juego, penoso desde el punto de vista del espectáculo y dudoso en su efectividad. Porque no debemos olvidar que la suma de puntos del campeón es raquítica, y no acorde para el puesto ocupado. Por ello no podemos afirmar que haya sido del todo efectivo, sino que en el caso concreto que ha sido incluído les ha favorecido.

Me hacia gracia cuando ayer, con los amigos, oía de parte de otro grupo las maravillas que hablaban del juego rápido y técnico del Real Madrid. Nada más lejos de la realidad. Cualquier acción espectacular se acababa cuando el balón llegaba a Beckham. O sea, siempre. Y repito que no es que esté en desacuerdo con ese tipo de juego, simplemente digo que no pagaría para verlo.

Capello ha logrado, no sé si voluntaria o involuntariamente que los jugadores hiciesen grupo contra él mismo. No es el mejor motivo para recurrir a la colectividad, pero al menos es motivo. Algo que no ha logrado de ninguna forma Rikjaard en Barcelona. Por eso desde afuera, parece ser lógico atribuirle más mérito a Capello que a los propios jugadores. Eso sí, igual que le hubiera colgado si la temporada del Madrid hubiese acabado como tenía el boceto de acabar.

Voluntad, tesón, fuerza...los veo patrones un tanto ambiguos para definir al triunfo. A éste lo definiría más bien como el producto de factores tácticos bastante trabajados y de un factor suerte innegable. A fuerza de ello, la colectividad se agrupó de manera más impetuosa, con triunfos épicos como ante el Espanyol, Recre o Zaragoza, triunfo moral en una Liga loca.

Personalmente sólo lamento el título merengue por su presidente, hombre que aborda la locura desde la desverguenza, causando toneladas y kilojulios de ella en todos sus aficionados. Y decir que me da cierta grima ver como famosos/as celebraban el triunfo merengue como si en ello fuese la vida (aunque para ellos la vida sea una entrada a un supermegahiperguay fiesta de los Beckham). Eso no es fútbol. La alegría del pueblo sí lo es.

¡Toma, toma y toma! en Corazón Zaragocista