Jefecito al poder

Dura batalla la librada anoche en Anfield con un portero que se puso la careta de héroe, y un entrenador que destapó el tarro de las esencias para convertirse nuevamente en finalista de la máxima competición europea. Enorme trabajo el del señor Benítez en Anfield Road, tan poco productivo en la Premier como descomunal en lo que verdaderamente ama Liverpool: la Champions.Sin embargo, en la ciudad de los Beattles, donde todo parece ir al ritmo de los viejos rockeros, un argentino de "medio pelo" pone la pausa en la medular. El Jefecito ha pasado en unos meses del ostracismo y la depresión que alcanzó en el West Ham al orgullo, la titularidad y las buenas sensaciones que le da el mediocampo de Anfield. Cuando Mascherano vio el cartel que reza "This is Anfield" supo que ese era el partido para desquitarse de todo el año sufrido. La actuación de ayer del Jefecito propone reflexionar a aquellos que le criticaban cuando su Argentina no rendía al nivel esperado o a aquellos que no daban una libra por el chaval al llegar a Inglaterra.

Se desquitó a la torera, o más bien como un banderillero. Cada individuo de azul que pasaba a su alrededor, o 30 metros a la redonda, era perseguido por el Jefecito hasta llegar a la extenuación. La ventaja es que los demás se cansan media hora antes que Masche. El 5 argentino parecía por momentos quitarle el brazalete al gran capitán Steven Gerrard. El comandante de la nave parecía no entender como un vulgar marinero estaba ideando la estrategia adecuada para asaltar el barco rival. Como un pirata, con sus parches y sus cojeras, Mascherano fue aniquilando uno a uno a cada estrellita del Chelsea, e incluso se permitió el lujo de abordar y superar el poderío físico de los africanos del Chelsea. En la lejanía se veía a un Drogba desangelado. Sólo llegaba a los pelotazos, porque por medio no había forma. Estaba el Jefecito.

Cuando Mascherano terminó su trabajo, se quitó las espinilleras y se abrazó a sus colegas. Sólo quedaba esperar a la tanda de penaltis. Y allí, su humilde compañero de los guantes, acabó el trabajo iniciado por la grada de Anfield, y desarrollado por el Jefecito y su amigo rubio holandés. Porque lo que prepara Benitez va a misa....o a la final de Champions.